sábado, 8 de enero de 2011

El Gobierno socialista emprende una cruzada antitabaquista

El Gobierno socialista ha emprendido una auténtica cruzada antitabaquista en España. El pasado 2 de enero entró en vigor una nueva ley antitabaco que deroga la anterior ley vigente desde 2006. Esta ley vigente hasta hace poco prohibia fumar en lugares de trabajo y hospitales, pero en cambio permitía el establecimiento de zonas de fumadores y no fumadores en bares y restaurantes así como la plena libertad de fumar en espacios abiertos.

La nueva ley es mucho más restrictiva que la anterior y supone una auténtica ofensiva antiliberal frente a la anterior ley que en cambio sí estaba justificada. Lo estaba porque el hecho de fumar supone una externalidad negativa, ya que afecta sobre la salud de aquellos quienes no fuman y ante esta situación se establecieron unas limitaciones justificadas para proteger a los no fumadores. Pero ahora el Gobierno se extralimita en sus funciones metiéndose donde no debe al prohibir fumar en establecimientos privados como son los bares y restaurantes e incluso hasta en espacios al aire libre como los parques. Por si fuera poco la nueva ley permite la denuncia anónima de aquellos quienes la infrinjan, con lo cuál se reintroduce en nuestro ordenamiento jurídico la delación, más propia de dictaduras como el pretérito franquista que de democracias maduras como la española. Como en la época de Franco si, en que se le denunciaba al vecino por ser comunista o por estar amancebado ahora bajo el gobierno socialista si cae mal se le podrá denunciar por fumar. Y la misma Leyre Pajín hizo un llamamiento público a ello, a la delación ¡Increible!

Pero además del recorte de libertades, del desaforado intervencionismo estatal en la esfera privada esta ley antitabaco es un auténtico bodrio, una calamidad porque pretendiendo protegernos del nocivo efecto del tabaquismo sobre nuestra sociedad derivará en una auténtica tragedia traducida en una profundización de nuestra crisis económica pues supondrá la quiebra y el cierre de bares y restaurantes, con un consiguiente aumento del desempleo, una contracción de nuestro anémica crecimiento y un empeoramiento de nuestros crónicos hándicaps económicos como es el de la productividad que si ya es baja e ineficiente aun lo será más obligando a los fumadores a fumar en la calle tras eliminar aquellas zonas especialmente habilitadas en las que sí podian fumar.

La calidad de un sistema democrático no sólo se mide a partir del buen funcionamiento de las instituciones, sino también según el grado de apertura y libertades reconocidos. En un país democrático como es nuestra España de hoy el Gobierno no tiene aboslutamente ningún derecho a tratar paternalísticamente a unos ciudadanos maduros, a decirles que es lo que tienen que hacer o dejar de hacer ni mucho menos a perseguir o a marginar grupos de personas porque eso solo lo hacen regímenes totalitarios como fueron el nazismo alemán, el fascismo italiano o el comunismo ruso. Tiene que acabarse esa moda de poner al frente de los ministerios o consejerías de Sanidad a ministras que en vez de actuar como mujeres hechas y derechas actúan como si de mamás patas nuestras fueran y aquí el ejemplo está bien claro y curiosamente en mujeres socialistas como ha sido el caso de Elena Salgado, Trinidad Jiménez y Leyre Pajín en el caso de España o el paradigmático ejemplo de Marina Geli en Catalunya que además se permitía el lujo de darnos consejos de como ordenar el alma.

Pero acabar con esto sólo está en nuestras manos, en manos de los ciudadanos que decidimos nuestro destino en las elecciones. Por ello hago un llamamiento a votar en las próximas Elecciones Generales por partidos que defiendan la libertad tanto del colectivo como del individuo para decidir que es lo que se quiere ser en cada momento. Como decía el ex lehendakari Juan José Ibarretxe seremos lo que queramos ser.




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