El pasado 10 de julio el candidato socialista a la presidencia del Gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba anunció su dimisión como ministro del Interior y portavoz gubernamental para poder dedicarse plenamente a la campaña electoral. Este hecho supuso la apertura de una crisis de gobierno que se saldó tres días después con el nombramiento del secretario de Estado Antonio Camacho comi nuevo ministro del Interior así como del actual ministro de Fomento José Blanco como portavoz del gobierno.
Tras la proclamación de Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato socialista en el seno de varios sectores del PSOE se habían levantado voces que ahondaban en la necesidad de que el candidato abandonase sus responsabilidades ministeriales para poderse dedicar plenamente a las elecciones. Rubalcaba ha hecho caso a las peticiones de dichos sectores con lo cual ahora podrá desplegar una estrategia que le permita aparecer ante los ciudadanos relativamente limpio del lastre que supone haber pertenecido a los gobiernos de Zapatero, ahondando en los apsectos positivos del mismo que son precisamente fruto de su propia gestión como son los logros en la lucha contra ETA. El éxito de dicha estrategia dependerá de su capacidad para presentar un discurso autónomo y novedoso pero sobretodo creible.
Por lo que respecta al cambio de gobierno ha sido de impacto y consecuencias limitadas destinado puramente a cubrir las vacantes ministeriales dejadas por el candidato. Como ministro del Interior ha sido ascendido el hasta ahora secretario de Seguridad, Antonio Camacho, sobre quien recaen las sospechas de haber ordenado el chivatazo del bar Faisán en la anterior tregua decretada por la banda terrorista. Y como portavoz del gobierno ha sido ascendido el ministro de Fomento, José Blanco, una persona que no destaca precisamente ni por su moderación ni diplomacia. Signos de los estertores del final de una etapa...
Tras la proclamación de Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato socialista en el seno de varios sectores del PSOE se habían levantado voces que ahondaban en la necesidad de que el candidato abandonase sus responsabilidades ministeriales para poderse dedicar plenamente a las elecciones. Rubalcaba ha hecho caso a las peticiones de dichos sectores con lo cual ahora podrá desplegar una estrategia que le permita aparecer ante los ciudadanos relativamente limpio del lastre que supone haber pertenecido a los gobiernos de Zapatero, ahondando en los apsectos positivos del mismo que son precisamente fruto de su propia gestión como son los logros en la lucha contra ETA. El éxito de dicha estrategia dependerá de su capacidad para presentar un discurso autónomo y novedoso pero sobretodo creible.
Por lo que respecta al cambio de gobierno ha sido de impacto y consecuencias limitadas destinado puramente a cubrir las vacantes ministeriales dejadas por el candidato. Como ministro del Interior ha sido ascendido el hasta ahora secretario de Seguridad, Antonio Camacho, sobre quien recaen las sospechas de haber ordenado el chivatazo del bar Faisán en la anterior tregua decretada por la banda terrorista. Y como portavoz del gobierno ha sido ascendido el ministro de Fomento, José Blanco, una persona que no destaca precisamente ni por su moderación ni diplomacia. Signos de los estertores del final de una etapa...
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