En el ecuador de una tediosa campaña electoral saltó la sorpresa. El hasta entonces desconocido movimiento Democracia real ya celebró el domingo 15 de mayo unas manifestaciones simultáneas en distintas ciudades españolas con el objetivo de protestar contra la actual situación de crisis económica. Hasta ahí todo normal. pero al día siguiente el movimiento se radicalizó y ocupó la madrileña Puerta del Sol además de la barcelonesa plaza Catalunya. De la Puerta del Sol fueron desalojados pero no sucedió así en Barcelona donde permanecieron acampados. El 17 de mayo regresaron nuevamente a la Puerta del Sol de donde esta vez no fueron desalojados y se hicieron fuertes en ella hasta el punto de lograr llenarla alcanzada la noche. El movimiento se extendió a varias ciudades españolas y alcanzó notoriedad mediática nacional e internacional. De nuevo una campaña electoral se veía distorsionada al grito de Que no nos representan, PSOE y PP la misma mierda es y le llaman democracia y no lo es.
Estaba claro que etse movimiento suponía una importante distorsión hacia el normal desarrollo que debe seguir toda campaña electoral y por tanto una coacción hacia los ciudadanos. Ante esta situación la Junta Electoral Central declaró la ilegalidad de las manifestaciones e instó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a disolverlos. Sin embargo, el artículo 21 de la Constitución reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas que es el caso del movimiento surgido el pasado 15 de mayo, pero señala que sería necesario pedir su autorización si son celebradas en lugares de tránsito publico como son la Puerta del Sol o la Plaza de Catalunya. Este era el caso pero la Constitución también señala que solo pueden ser prohibidas si suponen una grave alteración para el orden publico con peligro para personas o bienes. No era el caso por su carácter pacífico pese a ser multitudinarias. Había que cumplir la resolución de la JEC, pero a pocos días de las elecciones ni Alfredo Pérez Rubalcaba se atrevió a disolverlospor miedo a un elevado coste electoral para el PSOE, ni tampoco Felip Puig por miedo a que ello pudiera suponerle a Xavier Trias la pérdida de la alcaldía de Barcelona.
Las reacciones de las distintas fuerzas políticas ante este fenómeno fueron heterogéneas. Desde el PSOE se mostró comprensión ante el fenómeno pero no se le alentó aunque no faltaron sectores que trataron de unirse al mismo como el líder socialista madrileño Tomás Gómez o la corriente minoritaria radical Izquierda Socialista. E incluso cínicamente los socialistas trataron de pedir el voto a esos sectores antisistema en una maniobra a la desesperada y sin visos de futuro pues el movimiento también iba en su contra. Desde el PP también se mostró comprensión ante el movimiento considerándolo como una reacción ante la pésima gestión socialista. La pauta en este caso fue marcada por Mariano Rajoy y Alberto Ruiz Gallardón que siguieron haciendo campaña como si nada hubiera pasado, haciendo uso de una actitud moderada. José María Aznar se mantuvo en silencio, pero en cambio Esperanza Aguirre estuvo a punto de meter la pata atribuyendo dicho movimiento al PSOE e incluso amenazando con instar a los militantes del PP de Madrid a cercar las sedes socialistas.Al final se impuso la estrategia centrista de Rajoy y Gallardón pero los medios afines al PP estuvieron a punto de meterlos en un callejón sin salida como en 2004 y 2008.
Las reacciones de las distintas fuerzas políticas ante este fenómeno fueron heterogéneas. Desde el PSOE se mostró comprensión ante el fenómeno pero no se le alentó aunque no faltaron sectores que trataron de unirse al mismo como el líder socialista madrileño Tomás Gómez o la corriente minoritaria radical Izquierda Socialista. E incluso cínicamente los socialistas trataron de pedir el voto a esos sectores antisistema en una maniobra a la desesperada y sin visos de futuro pues el movimiento también iba en su contra. Desde el PP también se mostró comprensión ante el movimiento considerándolo como una reacción ante la pésima gestión socialista. La pauta en este caso fue marcada por Mariano Rajoy y Alberto Ruiz Gallardón que siguieron haciendo campaña como si nada hubiera pasado, haciendo uso de una actitud moderada. José María Aznar se mantuvo en silencio, pero en cambio Esperanza Aguirre estuvo a punto de meter la pata atribuyendo dicho movimiento al PSOE e incluso amenazando con instar a los militantes del PP de Madrid a cercar las sedes socialistas.Al final se impuso la estrategia centrista de Rajoy y Gallardón pero los medios afines al PP estuvieron a punto de meterlos en un callejón sin salida como en 2004 y 2008.
Sin embargo Izquierda Unida e Iniciativa por Catalunya no dudaron en intentar canalizar el movimiento y ponerse al frente de él apostando por la vía insurreccional que le caracteriza frente a la vía de la democracia parlamentaria. Probablemente nos encontramos ante el mayor desafío que ha experimentado nuestro régimen de monarquía parlamentaria dede el fallido golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Pese a haber participado en el proceso constituyente y haber apoyado la Constitución el antiguo PCE y el extinto PSUC se situaron extramuros del actual régimen político en España tras la retirada de aquella generación de líderes que en sus formaciones protagonizaron la Transición (Santiago Carrillo, Antoni Gutiérrez Díaz). Parece ser que no creen en las posibilidades que ofrecen el parlamento y las elecciones y han optado por la rebelión. En mi opinión no cabe duda alguna de que este movimiento de indignados ha sido orquesttrado por IU e ICV en forma de desafío hacia nuestro ordenamiento jurídico definidi por la Constitución de 1978. ¿Por qué? Porque al fin y al cabo las demandas consensuadas por los manifestantes poseen un elevado grado de coincidencias con los respectivos programas de ambas formaciones. Se defienden demandas como la celebración de un referéndum acerca de la forma política del Estado, la nacionalización de las entidades bancarias y cajas de ahorros o la ruptura de relaciones con el Vaticano claramente identificadas con el programa de Izquierda Unida. Asimismo los responsables de IU e ICV han sido los únicos en defender la desobediencia frente a la resolución de la JEC declarando ilegales las manifestaciones.
Hay algunas demandas del movimiento Democracia Real ya asumibles y otras absolutamente disparatadas y absurdas. La mejor manera de vehicularlas no puede ser otra más que el parlamento que es el verdadero centro y motoro del sistema democrático. Con algaradas callejeras no se arregla nada y lo único que se puede conseguir es el desatre más absoluto para todos: la destrucción de la democracia. Por ejemplo el catalanismo presentará ante el Congreso una proposición de ley para cancelar el pago de la hipoteca en caso de impago. ¡Es así y con propuestas de este tipo como verdaderamente se cambian las cosas! Así que el movimiento Democracia Real ya no puede aspirar a otra cosa más que a recoger firmas y vehicular sus demandas a través de Iniciativa Popular Legislativa (un mínimo de 500.000 firmas) o bien articular un movimiento político y presentarse a las elecciones para captar votos y desde el parlamento cambiar las cosas. Pero para mi el catalanismo es el único y verdadero motor de cambio, transformación y progreso de España.
